EL DR. HUGO PARMA BRINDÓ DETALLES SOBRE LA ACTUALIDAD DEL CASO MARIA FERNANDA CHICCO EN UNA CONFERENCIA DE PRESNA ABIERTA AL PÚBLICO Y EN COMPAÑÍA DE LOS FAMILIARES DE LA VÍCTIMA.

La asesina de María Fernanda Chicco fue declarada culpable por el asesinato de la joven ceresina en el año 2015, pero como al momento del crimen, la delincuente era menor de edad, fue juzgada como menor y, es por esto que aún no se está haciendo efectiva la condena de 13 años de prisión.

El Dr Hugo Parma, abogado de la familia Chicco explicó que, al día de la fecha, se cuenta el delito de autoría y responsabilidad penal, por la comisión del delito de  homicidio agravado por alevosía, con una pena prevista para adultos  de prisión perpetua, además una pena de 1ra instancia de una Jueza de 7 años de cárcel, modificada por un primer tribunal a 13 años y el segundo tribunal que lo confirmó  y lo  fijó en 13 años.

Contra esta sentencia, la defensa interpuso un recurso de inconstitucionalidad por ante la corte, que se interpone el mismo tribunal que dictó la sentencia de segunda instancia confirmando esa pena de 13 años y, el 30 de agosto de 2022, el tribunal declaró inadmisible dicho recurso y esa es la cuestión que genera dudas en la familia y en la sociedad en general.

 A la defensa, aún le queda un recurso directo en la corte, que ya fue interpuesto, para que la corte revise la sentencia y, en su caso, la anule; es decir, la deje sin efecto y se dicte un nuevo fallo. “Pero, al tener una sentencia de primera instancia, una sentencia de segunda instancia y otra sentencia de segunda instancia y estar firme la necesidad de aplicar pena, la mera interposición del recurso de queja ante la corte no suspende la  ejecución del fallo. Técnicamente, no suspende la ejecución del fallo, esto significa que, se está en condiciones de  que la Fiscal que interviene actualmente, que es la Dra. Carolina Castro Castellano, de Rafaela, pida la detención  de la imputada y el comienzo del cumplimiento de la pena de prisión efectiva a 13 años”

Actualmente, en el Juzgado de Menores, pidieron un informe a la corte para ver si se había interpuesto ese recurso.

Por otro lado, Parma comenta que ya tuvieron varias reuniones con la Fiscal del caso, en las que se compartió la idea de la familia de que, la interposición  del recurso directo, habiendo dos sentencias anteriores de dos tribunales de segundo grado, los cuales fijaron la pena en 13 años, no supere la ejecución de la pena. Si la Corte Suprema concede el recurso directo, si se suspendería, pero para que eso pase, pueden pasar entre 4 y 8 meses “Lo que nosotros decimos es que, si la Ley en la Provincia de Santa Fe no le da efecto suspensivo a la interposición  del recurso de inconstitucionalidad, la pena debe empezar a cumplirse” En este sentido, hay que destacar que, a veces, los Juzgados de Menores, suelen tener una mirada benevolente con respecto a los menores y ese es el conflicto de toda esta situación.

Respecto de los menores, hay dos miradas posibles, y este es un tema de política criminal.  Algunos sostienen  que, el menor de 18 años (específicamente entre 16 y 18, ya que menos de 16 no son punibles),  esos delincuentes pueden ser juzgados y pueden ser condenados. Mientras que otros, malinterpretando la Convención de los Derechos del Niño, con reglas internacionales  en materia de privación de la libertad de menores y, malinterpretando fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de la Corte Suprema de la Justicia de la Provincia de Santa Fe sostienen que, como regla, un menor no puede ser  privado de la libertad, sea cual fuere el delito que haya cometido, porque lo que importa es una justicia restaurativa que se encargue de la reinserción  del menor transgresor, en la vida social y no de una justicia distributiva que devuelve daño por daño, es decir, delito por pena “Lo importante para el ordenamiento jurídico y la sociedad, no es que el menor que cometió un delito sea privado de la libertad, sino que ese menor se reinserte de la mejor manera posible”

En otro lugar, están aquellos que consideran que, si un menor de entre 16 y 18 años, comete algún delito grave y, ese delito tiene prevista alguna pena  en el Código Penal,  esa pena debe ser aplicada.  Si bien es cierto que, el régimen penal de menores  faculta al Juez para tener en cuenta la gravedad del hecho, los antecedentes del imputado, la impresión que se lleve  el Juez del imputado, pero aún con esas facultades, el Código Penal, debe ser aplicado y, en este caso dicho código prevé que,  si el delito tiene prevista pena de prisión perpetua, al autor del hecho se le debe aplicar una pena que es la del delito de tentativa de ese delito que se le reprocha.

El delito de tentativa, cuando la prisión es perpetua,  tiene una pena de 10 a 15 años. En esa escala (10 a 15 años), donde la familia Chicco estuvo desde el principio, con los distintos fiscales intervinientes en el caso, fueron los dos tribunales de Santa Fe, quienes escogieron la pena de 13 años “13 años es un poco más del término medio.  Y se decidió ese número por cómo fue el hecho, cómo la convocó Ñañez a María Fernanda,  cómo la mató y, además, en ningún momento de estos 7 años, demostró el más mínimo arrepentimiento, como si el hecho no hubiese pasado, no tomó consciencia de la gravedad del hecho ni  de las consecuencias que ese hecho tuvo, porque a partir del 15 de febrero de 2015, en la vida de Javier, de Silvia, de sus hijos y de sus familiares, fue otra”

En la oportunidad, Silvia, mamá de María Fernanda, leyó una carta a la sociedad “Como familia de María Fernanda, legalmente no pudios tener participación  en el juicio por su muerte. Todo se logró a atreves de los fiscales, a quienes agradezco su buen desempeño en la cancha y el aporte valioso del Dr. Hugo Parma, a quien tuvimos por este motivo la oportunidad de conocer y poder contar con su vasta experiencia y compromiso.

Durante este largo proceso,  nos resultó un consuelo la determinación de la condena de 13 años de prisión, de parte de los tribunales de segunda instancia, sentando un precedente en el juzgamiento de menores, a pesar de que, en otras circunstancias por la gravedad del delito, le hubiera correspondido prisión perpetua.

Después de tantos años de espera, llegamos al instante en el que sólo queda hacer cumplir la condena impuesta. Pero parece que este calvario no se termina. Siempre fuimos respetuosos de esta lenta justicia, pero a quien tenga que tomar  hoy, la oportuna decisión de  meter presa a la asesina de mi hija, quisiera recordarle que, hace exactamente 7 años y 8 meses  que la crueldad y el desquicio de esa menor, no solo terminaron con la vida de mi hija,  sino que cambió para siempre nuestras vidas también.

Recordarles que, ese domingo al mediodía fue la última vez que vi a mi hija, sin poder abrazarla nunca más por última vez, porque no me lo permitieron, porque su estado de  descomposición luego de dos días de haber quedado tirada y oculta, como ningún ser humano se merece.

Mi hija murió en absoluta soledad, sin poder defenderse, de manos de una desquiciada que el único motivo que tuvo fue la envidia y el odio que sentía hacia mi hija.

Hasta hoy, esta asesina, ha podido vivir su vida en libertad y plenamente digamos, porque ha podido estudiar, trabajar y  ha tenido, o va a tener la dicha de ser madre. Esas son cosas que mi hija, no.

Les ha quitado a mis hijos la posibilidad de crecer con su hermana y, cada uno de ellos sobrelleva ese arrebato y ese vacío como puede, sin entender por qué hasta el día de hoy, la culpable no pagó por su crimen.

Sentimos que estamos siendo castigados por un incoherente sistema judicial, que beneficia los menores delincuentes y que, como no me canso de decir,  quienes tienen en su poder la oportunidad de modificarlo y adecuarlo a los tiempos que vivimos, no cuentan con la empatía y el interés suficiente para ponerse a trabajar en ello.

Así, la justicia nunca será justa, porque una vez dije también,  que a las leyes las hacen los hombres. Ante tanta adversidad,  solo quien busca refugio en Dios puede sentirse sostenido  para continuar con su vida, pero no todos lo logran.

Con el corazón herido de por vida, le pregunto Señora Jueza ¿qué más hace falta para que, quien mató a mi hija, pague por lo que hizo? Verla cumplir, con su justa  condena, pondría fin a una larga y agotadora lucha y haría que, como ciudadanos, no perdamos del todo la esperanza en la justicia de este país. Que así sea”